domingo, 27 de diciembre de 2015

Saudade.

Recuerdo la primavera en sus ojos, cuando fuera helaba, y en su piel residía un microclima capaz de deshacer el iceberg que tenía por esternón.

Ella no se daba cuenta, pero su saliva era lava que cauterizaba mis heridas. Incendió el zulo donde habitaban mis demonios, para que en lugar de huir, vivieran en paz dentro de mí.

Mecí sus sueños, aquellos que arropaban mi vulnerabilidad con cuidado. Empezó a tiritar, pero en lugar de ofrecerle una manta, le desabroché el pecho, y le abracé el corazón.

Viví su tristeza, y sólo quería beberle las penas, para que nunca más volviera a derramarse ni una gota de su tormenta.

Aunque yo fuera el huracán.

Hoy vuelvo a recordarle con este grito en silencio. Y esta noche, tal vez vuelva a soñar con arreglarle los descosidos, mientras otros sólo desean enredarse entre las costuras de sus bragas de encaje.
Hoy quiero quererle tan fuerte como resuena el eco en este pecho lleno de vacío.

O como su forma de cerrar la puerta cuando se fue.

Mi eterna primavera.

Podría empezar este poema
como uno de Neruda,
y hablar de noches tristes,
con nostalgia,
y sal en las heridas.

Pero prefiero hablar
del vértigo a tu perpetuo
miedo a las alturas.
De tu muralla de dudas,
de lo que en las venas ocultas.

De tus sonrojos,
de aquellos semáforos en rojo.
De los "no" que
me niegan tus ojos.

De tu forma de enmudecer
la poesía,
con disparo o con caricia.

De cenas simples,
paseos lejanos,
locura en la mochila,
y pegamento en tu mano.

De mi esperanza y mi espera,
de mi lucha entre incerteza.
De puertas medio abiertas,
por donde quiero que salga el frío,
y vuelva mi eterna primavera.

sábado, 16 de agosto de 2014

Entre lluvia y versos.

Se pone a diluviar,
y pienso en ti,
porque el sonido
de la lluvia
me transmite
la misma calma que tu risa.
Y porque las gotas
que caen sobre mi piel,
me recuerdan a las caricias
que dibujas,
con cuidado,
en mi cuerpo.

He subido de tu mano
a azoteas
que un día fueron precipicios,
pero que contigo,
son la viva imagen de
estar en lo más alto.

Y aquí estoy,
prometiéndome cuidarte
por cada persona
que te descuidó,
y queriéndote sacar
a bailar siempre
por quien un día
te bailó el agua,
y al final se largó.

jueves, 10 de julio de 2014

Victoria.

Quiero contarte que
encontré un hogar en ti,
después de sobrevivir
entre mis ruinas
y escombros.
Y que encontró lugar
en tus ojos,
este corazón desahuciado.

Y es que me hablas de amor,
cuando amor eres tú 
acurrucada en mi pecho,
y haces dormir sobre mí
a una niña llena de miedo.

Pero más miedo tengo yo
de que un día te me escapes,
y vueles,
y yo en un intento
de alcanzarte,
caiga de nuevo.

Pero rompes todo temor
con una simple carcajada.
Y es que qué fácil lo haces.

Como para no querer
poner en modo repetición
la melodía que resulta 
de tus susurros,
y acompañarla con algo
de música,
creyéndome pianista por
tu espalda.

Y me creo omnipotente
con solamente ir de tu mano,
y siento que el mundo 
es tan sólo nuestro,
y de nadie más.

Que ya no hay
quien nos venza.
Que esta batalla 
la hemos ganado 
nosotras.
Así que ven,
que vamos a firmar
la victoria,
dejando nuestra
ropa interior por bandera
en suelo conquistado.

jueves, 30 de enero de 2014

Qué has hecho.

Me pregunto qué has hecho,
y los pensamientos se me agolpan
en la sien;
entre mi caos y mi orden.

Diluviaba en mí;
huracán con epicentro
en mi pecho.
Pero, de repente,
apareciste con tu abrazo
como chubasquero.

Cayó la noche,
y yo, desarmada (o desalmada),
dejé pasear mi vulnerabilidad
por tu cama.

Se topó con tu calma;
encontró refugio
entre sus brazos.
Lograste hacer dormir
a mis monstruos atormentados.

Recuerdo cómo el metro
fue testigo de cómo rompiste
el silencio.
‘Fix you’ de Coldplay;
el mundo era menos malo.

Entonces me di cuenta
de que, en ese momento,
no me importaría ser
funambulista en tu sonrisa.
Ni tampoco rechazaría
la oportunidad de colocarme
con el verde de tus ojos.

La cosa está en que
no sé qué cojones has hecho,
ni cómo.
Pero lo has hecho.

domingo, 22 de diciembre de 2013

Y por querer...

Y por querer,
quiero abrazarte las dudas.
Que nuestros pechos
se junten,
y desaparezca el invierno
que habita en ellos.

Beberte de un trago
los viernes,
y tomarme el café
de tus ojos
un sábado de resaca.

Cuidarte los descosidos
los domingos,
y amanecer los lunes
perfilando tu sonrisa
con mis labios.

Por querer,
quiero hablarte en silencio.
Contarle mis secretos
a tu espalda,
con mis dedos.

Quedarme atrapada
en tu mirada triste,
y empaparme con
tu tormenta interna.

Y es que amor,
te quiero hasta cuando
llueve dentro de ti.

Porque tu belleza
aún existe en
tu melancolía,
Así como también
puede ser bello
un día gris.

lunes, 9 de diciembre de 2013

Mapas.

Cómo no amarte, amor,
si Roma le tiene envidia
a la belleza de tus ruinas.

Cómo no hacerlo,
si guardas en tu interior
tesoros enterrados,
como Pompeya
cuando fue encontrada.

Cómo, si París habita
en tus ojos,
y Venecia en tu sonrisa.

Eres mi faro de Alejandría.
Que siento que no
soy yo sin ti,
algo así como si Madrid
no tuviera a su Gran Vía.

Me despedí de mis fachadas
cuando conseguiste
echarlas abajo,
cual Muro de Berlín.

Podía sentir la magia
de las Fallas de Valencia,
con tan sólo
el roce de tu cuerpo.

Y es que Barcelona, de noche,
es mediocre,
después de haberte visto
trasnochar.

Ven, o deja que vaya,
y hagamos que arda Troya
en la cama.